Howard Karno y yo. Fue un amable caballero a quien conocí en Bloomington, Indiana, en el Salalm de 1976. Aunque yo ya había asistido el maravilloso Salalm de 1973 en Trinidad Tobago, mi primer Salalm, acompañando a mi socio Adolfo Linardi Montero, era nuevo en ese entrañable ambiente. Simpaticé con Howard de inmediato, y él me concedió una apreciada amistad, que aún hoy valoro mucho. Nos seguimos viendo año a año en cada Seminario, hasta que asistí al que fue mi último en Athens en 1995. De allí en adelante mi hijo Alvaro y Andrés Linardi se hicieron cargo y yo me he ido retirando pausadamente. (A los libros, si son pasión, no se les abandona súbitamente) Junto a Karno y gracias a él, me introduje en el complejo mundo del Salalm, tanta gente nueva para conocer y apreciar en su valor humano y profesional. En 1979 me invitó a vivir a su casa en California estanado él casado aún con María. Pasé con ellos una semana inolvidable. Y tiempo después, en Los Angeles, en compañía de mi esposa Raquel, tuve el honor de cenar en casa de su madre -brillante artista de la cocina- con su amigo Norman Tetef, con el cual nos había visitado en Montevideo poco tiempo antes. En cada Salalm tuvimos ocasión de hacernos unas horas para conversar como amigos del negocio y de la vida, que ambos hemos vivido intensamente. Cuando dejé de asistir al Salalm por edad, ya no lo vi tan frecuentemente, pero él y su erudita y colaboradora esposa Beverly, visitaron más de una vez Montevideo y allí siguió nuestra plática. Ahora se fue, pero ha dejado una marca en mi espíritu que perdurará como un amable recuerdo de una personalidad muy distinguida y estimada. Juan I. Risso Librería Linardi y Risso Montevideo, Uruguay